Vivimos en la era de la estrogenización del ser humano, una era marcada por la omnipresencia de disruptores endocrinos. Estas sustancias, también conocidas como xenoestrógenos, imitan los efectos de los estrógenos naturales y están presentes en el ambiente debido a la contaminación.
Los disruptores endocrinos se encuentran en el agua como residuos farmacológicos y agroindustriales, en el aire a través de partículas de metales pesados, en alimentos industrializados, cosméticos y productos de limpieza. Uno de los contribuyentes más significativos es la pastilla anticonceptiva.
El impacto ambiental de estos contaminantes se refleja en un aumento de la esterilidad tanto masculina como femenina, donde los testículos no producen espermatozoides hábiles y las mujeres experimentan problemas de ovulación.
La exposición a tóxicos como pesticidas, disolventes y metales pesados puede acumularse en el cuerpo, afectando la salud reproductiva y contribuyendo a enfermedades emergentes como la fibromialgia, la fatiga crónica y un incremento en el cáncer de mama, todas vinculadas a la dominancia de estrógeno.
Problemas asociados con la dominancia de estrógeno incluyen:
- Síndrome premenstrual
- Sangrados abundantes y dolores intensos
- Sensibilidad en los pechos
- Acumulación de peso en caderas, muslos y estómago
- Dolores de cabeza
- Cáncer de mama
- Endometriosis
- Infertilidad
¿Qué podemos hacer?
- Monitorear tu ciclo para identificar desequilibrios hormonales.
- Reducir el uso y contacto con plásticos.
- Despejar los órganos de eliminación para ayudar a tu cuerpo a deshacerse del exceso de estrógeno.
- Revisar tus productos de consumo diarios para detectar disruptores endocrinos.
- Evitar alimentos genéticamente modificados como la soja y sus derivados.
¡Generemos salud, no curemos enfermedad! Aborda estos riesgos desde una perspectiva preventiva y mejora tu bienestar general.